Estimados lectores:

Hoy comparto con ustedes unas fotografías de un rincón del Gran Ducado que enamora a cualquiera que por allí pase. Cuando hace sol y se quiere desconectar justo después de una jornada de trabajo,  muchas veces, preparo un pequeño picnic y me dirijo a pie o en bici camino la parte baja de "La ciudad vieja". Allí sé encontraré la calma necesaria para echarme,  mantener una grata conversación y, en definitiva,  sentirme un poco en contacto con la naturaleza en medio de la ciudad.

Arriba, en lo alto, custodiada por sus grandes murallas, la parte alta de "La ciudad vieja" nos contempla...; ella y sus gentes, en el trajín del ir y venir de sus actividades.


A Luxemburgo la rodean murallas que nacen, en su origen, allá por el año 965, para seguir su construcción a lo largo de la historia y siempre con la finalidad de proteger la ciudad de posibles asedios.

Como bien describe la UNESCO,

"Por su posición estratégica, la ciudad de Luxemburgo fue desde el siglo XVI hasta el desmantelamiento de sus murallas en 1867, una de las plazas fuertes más importantes del continente europeo. Reforzadas cada vez que la ciudad pasó de manos de una a otra de las sucesivas potencias dominantes en Europa (emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, la Casa de Borgoña, los Habsburgo y los reyes de España, Francia y Prusia), sus fortificaciones fueron, hasta su demolición parcial, un verdadero compendio de la evolución de la arquitectura militar a lo largo de varios siglos."

Y fruto de ello es su declaración como Patrimonio de La Humanidad por la UNESCO.

¿Afortunada? Pues sí... Afortunada por poder estar hoy en un lugar así, privilegiado donde los haya en el mundo, al calor de lo que realmente me importa en la vida... Y, allí, echada, es momento de hacer planes sobre días venideros,  actividades, familia a visitar... ¡Mil veces afortunada!

Un abrazo en la distancia...
















Total Look: Zara
Leggins: Calzedonia
Zapatillas: FILA
Gafas: Komono
Pulseras: Pandora
Reloj: Viceroy