Había soñado toda mi vida con pasearme por Times Square. Pocas eran las películas americanas en las que no saliera Times Square.
Perderme en la multitud y animación de sus calles, visitar sus tiendas o dejarme encandilar por la luz de sus carteles publicitarios de neón tenía un lugar prioritario en mi must-do list; eso junto con visitar la Plaza Roja de Moscú, Piccadilly Circus en Londres o la Plaza de Tian'anmen en Pekín, todos ellos iconos mundial y símbolos de su ciudad. En lo que respecta a estos últimos..., ya lo había logrado. Pero bueno, eso son anécdotas a contar en otro momento. Me quedaba, entonces, Times Square...
Con un pasado envuelto en la delincuencia, la corrupción, los juegos de azar, la prostitución y las drogas y después de un esfuerzo casi titánico del alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, sus calles lucen ahora "limpias" y seguras, lejos ya de los cines pornográficos y el narcotráfico y dejando paso a teatros, auditorios, hoteles y restaurantes de lujo, cines propiedad del Estado de Nueva York (seis de las nueve históricas salas de cine de la calle 42) y sedes de emblemáticos periódicos como The New York Times.
Aquel día había llegado a Nueva York y "Michael" me esperaba en la terminal, cartel con mi apellido en mano, para llevarme a la limousine que había reservado y, posteriormente, conducirme al hotel. La alegría y excitación no cabían en mi pecho. Después de pasar un control muy exhaustivo a la llegada al aeropuerto, por fin ponía pie en tierra americana. Ahora el miedo también me invadía...
- Señora Barreto??? Me llamaba una voz a la par masculina que dulce. Sentí alivio... Lo había encontrado...
Allí estaba yo (casi no podía creerlo)..., camino de Manhattan, a bordo de una limousin. De repente, Michael abrió el techo mientras me informaba:
- Estamos en Times Square.
Para mi sorpresa, no se trataba de una plaza, sino de una intersección de calles, entre ellas, la Avenida de Broadway y la Séptima Avenida. Y, cual resorte, me puse en pie mientras gritaba:
- ¿Me puedo poner en pie?.
- Como usted desee, Señora.
Así, a modo de Richard Gere en Pretty Woman, medio cuerpo fuera del vehículo, no queriendo perderme ni tan sólo uno de los rascacielos a mi paso, pensé mientras una gran sonrisa se dibujaba en mi cara:
Sí... Estoy en Times Square!!!
Aquel día había llegado a Nueva York y "Michael" me esperaba en la terminal, cartel con mi apellido en mano, para llevarme a la limousine que había reservado y, posteriormente, conducirme al hotel. La alegría y excitación no cabían en mi pecho. Después de pasar un control muy exhaustivo a la llegada al aeropuerto, por fin ponía pie en tierra americana. Ahora el miedo también me invadía...
- Señora Barreto??? Me llamaba una voz a la par masculina que dulce. Sentí alivio... Lo había encontrado...
Allí estaba yo (casi no podía creerlo)..., camino de Manhattan, a bordo de una limousin. De repente, Michael abrió el techo mientras me informaba:
- Estamos en Times Square.
Para mi sorpresa, no se trataba de una plaza, sino de una intersección de calles, entre ellas, la Avenida de Broadway y la Séptima Avenida. Y, cual resorte, me puse en pie mientras gritaba:
- ¿Me puedo poner en pie?.
- Como usted desee, Señora.
Así, a modo de Richard Gere en Pretty Woman, medio cuerpo fuera del vehículo, no queriendo perderme ni tan sólo uno de los rascacielos a mi paso, pensé mientras una gran sonrisa se dibujaba en mi cara:
Sí... Estoy en Times Square!!!
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