Ya de vuelta de las vacaciones y mientras preparo el próximo POST resultado de esta última experiencia, pensé que podría compartir con ustedes algunas fotografías y reflexión que las acompaña...

Parece que el frío no nos quiere dar tregua y hubiera decidido dejarnos sin primavera este año, haciendo incluso más duro el regreso de la Semana Santa. 

En mi caso, este año me decanté por un destino más exótico, que siempre me atrajo y, conocedora de que dispondría de una larga semana, me dije: es ahora o nunca.

Pero, de eso, ya os hablaré en posts venideros. Sin embargo, el hecho de haber elegido un sitio tan apartado de mi pequeño Luxemburgo, ha provocado que el retorno sea algo más duro de lo acostumbrado...; por el cambio de horario, de clima, de ritmo y actividades desempleadas... Y, si a eso le acompañamos este frío que no nos quiere abandonar..., pues se presenta un síndrome post-vacacional en toda regla!!!

Y ahí estaba yo, como les sugería, inmersa en pleno síndrome, quejándome hasta por el aire que me soplaba (jiji), cuando, como tantas otras veces, mi madre se encargó de abrirme los ojos y "encuadrarme" nuevamente.

Todo dependía de cómo viera las cosas... Es algo así como que... la imagen resultante depende de la luz a la que haya estado expuesta.

- Raquel, todo depende de cómo mires las cosas, con qué ojos observes la realidad que ahora se te presenta; me dijo sin atisbo de duda, fiel a ese estilo que siempre la caracterizó. 

Al colgar y aún reflexionando sobre sus consejos, recordé estas fotografías y el momento que las acompañó. Guardaban, sin duda, relación con la enseñanza de mi madre. Necesitaba encontrarlas... 

Sé que suena a tópico, a palabras manidas, que, cuando atravesamos por un periodo complicado, pueden resultar de poco agrado escuchar, considerando incluso que no gozamos de comprensión. Pero..., aquella vez era diferente y estas fotografías me ayudaron a entenderlo.

El paisaje y el escenario era el mismo; el mismo que tantas veces me había visto pasar en días grises y lluviosos, corriendo bajo un paraguas y con miedo a lanzar mi tacón en alguno de los charcos; el mismo que me había invitado otras tantas a parar con la intención de admirar la bella estampa que se me presentaba cuando, casi por arte de magia, los rayos de sol decidían colarse entre las ramas de frondosos árboles... El mismo escenario pero distinta luz, que lo transformaba todo de tal forma que podías llegar a creer que se trataba de otro rincón.

Y así, como la luz lograba transformarlo todo, también podría hacerlo mi percepción. ¿No es así? Mismo escenario (misma realidad) pero distinta luz (distinta apreciación). 

Ahora tocaba ponerlo en práctica. Y eso ya era otra historia... 
Un abrazo en la distancia...








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