Había recibido el libro "Ne m'appellez pas Blanche-Neige" de la escritora y querida amiga Gally Lauteur y, desde que lo tuve en mis manos, sabía que era una obra a leer en un contexto único como Gante... Así, todo sería perfecto...; el lugar, la lectura, el momento, la experiencia...
El fin de semana se presentaba bastante frío y la ciudad belga era la opción ideal para escaparse a un rincón idílico con el libro de mi amiga bajo el brazo. Tenía que escoger, además, un hotel que me ayudara, cuando inmersa en la lectura, a evadirme al mundo de fantasía que ella me proponía.
Su lectura me atraía sobre manera, ante todo, porque era aconsejada para todos los públicos, niños incluidos; y prometía me ayudaría a ponerme en el lugar de esa generación en la que también se encontraba mi hija.
El Hotel Verhaegen parecía, a simple vista, el camino a tomar para tal fin. Y no me equivoqué... A lo largo de mi vida he contado con la fortuna de hospedarme en hoteles dignos de recordar, únicos..., pero, el de Gante, pasó a formar parte de la lista "favoritos" con tan sólo poner un pie en él...
Todo era perfecto: cada rincón, cada detalle, sus colores, la atención recibida presente hasta en la nota de bienvenida, la situación y el edificio donde se encontraba, una casa del siglo XVIII propia de la ciudad de la época; la Gante comercial, la de los mercaderes, con sus canales y barcos cargados con lanas inglesas de primera calidad y rollos de papel chino, entre otras cosas, y que servirían de materia prima para confeccionar verdaderas obras de arte. Esas obras de arte traerían la riqueza de muchos artesanos lugareños y convertirían a la ciudad en lo que es hoy en día, un referente mundial histórico y artístico.
Yo sabía de la historia del lugar... y era conocedora del papel importado de China, con motivos exóticos, que cubría las paredes del salón. También me había informado del comedor donde desayunaríamos sólo nosotros dos, cual mercaderes de la época. En sus paredes, frescos del pintor Pieter-Norbert van Reysschoot y, de fondo, y a través de los ventanales, el reflejo de un jardín declarado, al igual que la mansión, Monumento Histórico.
Todo era perfecto..., hasta el día frío y el libro de mi amiga Gally que se había quedado sobre la cama, perdido entre las sábanas, y que invitaba a regresar a la habitación para seguir leyendo, y soñando...
Un abrazo en la distancia...
Pijama: Etam
Vestido Boho: Zara
Botas: Zara
Chaqueta Militar: Zara
Vestido negro: H&M
Medias: Calzedonia
Botines: Nando Muzi
Accesorios: Colección Personal
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