Ahora que las vacaciones de Semana Santa se avecinan en Luxemburgo y a punto de volver a coger las maletas, no puedo evitar recordar mi última visita a la isla de La Palma, mi isla, y con ello, sacar de la galería algunas fotografías de esa experiencia.
Yo fui una de tantos que, por motivos profesionales, tuvo que abandonar el lugar de origen para partir en busca de un "mejor futuro". Con tan sólo dieciséis años dejaba La Palma y todo lo que ella representaba, mi hogar, familia, mis amistades, idioma, cultura..., todo; para embarcarme en un viaje rumbo a Irlanda, porque, según decían, "tenía que aprender inglés para aspirar a un buen trabajo".
Ya nunca volvería... De ahí, mil y una experiencias y mil y un "lugares de residencia". Y digo bien, lugares de residencia; porque he llegado a la conclusión, después de muchos años en el extranjero y de países visitados, que, por mucho que se intente, nada puede reemplazar el calor y "sabor a hogar" que se siente al despertarse en el lugar que nos vio nacer y corretear más tarde.
Si bien es cierto que la Isla Bonita es un destino único y que soy muy consciente de que tuve la suerte y fortuna de poder nacer y crecer allí, no voy ahora a formar parte del grupo que afirma que, "los tomates de La Palma son tomates sin igual". No. Tomates, haberlos, los hay..., en La Palma y tantos otros rincones del mundo; pero..., no sé qué ocurre en nuestra edad más temprana, de niños, cuando nuestro ser está en pleno desarrollo y evolución y nos constituimos como las personas que seremos en el avenir, que hay algo que nos envuelve, nos agasaja primero, para luego no dejarnos nunca más.
Porque, por mucho que pasemos una gran etapa de nuestra vida en el extranjero, los días vividos al regocijo de los nuestros y en el hogar, "homeland", sea donde sea, aquí, allá y, en mi caso, La Palma, pesan mucho más que el resto fuera de ella. Supongo que tendrá mucho que ver que son días de niñez, una etapa en la que, como decía, nuestro yo se define, además del sentimiento de protección que es inevitable experimentar.
Pues bien, a continuación, unas imágenes resultado de un paseo que, en el pasado, tal vez, no se me habría ocurrido hacer y que, hoy por hoy, son los que más disfruto: esos pequeños paseos, de la mano de seres queridos, por sitios que me vieron correr, caer para levantarme después...
Y, por esos regalos que la vida te da, La Palma cuenta con rincones mágicos como éste a montones, de colores verde esperanza y dorados ocres, donde el olor a platanera, hojas secas y tierra húmeda se respira y una sombra tranquilizadora te cobija cuando, cansada y acalorada, buscas un remanso de paz.
Un abrazo en la distancia...
Camiseta: Stradivarius
Pantalón corto: Zara
Zapatillas plataforma: Gioseppo
Bolso: Pikolinos
Sombrero y Accesorios: Colección Personal
3 Comments
te hubieras reido :P pero te cargaria como un piña :D rumbo a la casa del volcan a cenar ;)
ResponderEliminarCiertamente, me hiciste reír. :)
ResponderEliminarjijijiji :*
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