Había comprado la boina en Brujas, en un sitio muy coqueto llamado Fascino. Me quedé encantada con la colección de ReHats, de Berlín: sombreros, gorros y boinas confeccionados con tela de saco y, en este caso, sacos de café.
Me había decantado por un sombrero que yo consideré de los más lucidos de la colección y una boina para la que se habían servido de un trozo de tela donde justo ponía "café" en letras bien grandes.
Pero nunca había imaginado dónde la estrenaría..., en el Parque Natural de Jandía, en Fuerteventura.
El escenario era de película... Tenía la sensación de caminar por un paisaje ya no desértico sino casi lunar. El ambiente, castigado por una calima bien cargada de polvo, no dejaba ver a lo lejos, pero eso me agradaba; hacía el momento más surrealista si cabía...
Una vez más no dudé en sacarme los zapatos y ponerme a caminar entre rocas, arena y montañas de granzón. Poco me importaba ya mis pies estropeados como consecuencia de varios días a pies descalzos.
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