Ésta es la cara que se le queda a uno cuando se llega al lugar de origen y vuelves a confirmar que tienes la gran dicha de provenir de un lugar único en el mundo como la Isla de La Palma.
Dicen que los besos y abrazos más sinceros se dan en los aeropuertos y, en mi caso, va a ser verdad... A mi llegada, allí estaba mi madre y mi padre, como siempre, como en cada ocasión que regreso al hogar desde que partí por primera vez a mis 16 años.
Aquella vez no era consciente de que ya no regresaría, de que ya nada volvería a ser igual, que una beca en Irlanda traería otra beca y que me había tocado extender las alas y comenzar a volar por mi cuenta.
Hoy, habiendo dejado atrás mi adolescencia, regreso cada vez que mis obligaciones me lo permiten para disfrutar de la compañía de mis padres y "respirar a hogar".
Y, como decía, allí estaban ellos, como año tras año, con lágrimas en los ojos y una amplia sonrisa en la cara. Y, como cada año, también, dejé maletas atrás y corrí en busca de la salida más próxima del aeropuerto para sentir el mar.
Tenía la inmensidad del Atlántico ante mis ojos y mis sentidos, expuestos al máximo, me gritaban más y más... Había ya atardecido (el sol había partido para ponerse por el lado oeste de la isla), pero no por ello el paisaje dejaba de ser digno de admiración.
En las fotografías, una mujer pensativa, feliz, llena de ilusiones y con planes y experiencias mil a vivir. ¡Estaba en La Palma!
Un abrazo en la distancia...
Vestido y Abrigo: Zara
Botas: Nando Muzi
Medias: Calzedonia
Accesorios: Colección Personal
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