Mayo, mes de vacaciones, más vacaciones y, en mi caso, acompañadas de lluvias. Y es que nuestras abuelas hacían alago de sabiduría cuando nos decían eso de que "en abril y en mayo, no dejes en la casa el sayo".

Mi abuelita… ¡Cuántas veces, al ver cómo iba ataviada, me sugería dar media vuelta y cambiar mi vestimenta o, como mínimo, coger un "abrigo" para evitar resfriados! Me decía: Raquelita, que en abril y en mayo no dejes en la casa el sayo...!!! ¡Te vas a enfermar!
Y cuánta razón llevaba… Ya luego, si no le había hecho caso, me tocaba disimular esa tos perruna que, para más inri, parecía nunca querer irse. Aunque, muy cierto es, por mucho que lo intentemos y que creamos que lo hemos logrado, cual niños, las abuelas nos conocen bien, muy requetebién…

En vano evitar mirarlas para no delatar cansancio o, incluso, las primeras décimas de fiebre. Más en vano aún darse aires de adolescente caprichosa, mantener la boca cerrada y que con ello los golpes de tos se queden agolpados en nuestro pecho. En vano…


Ellas, tan sólo ante un gesto poco usual, son capaces de leer nuestro pensamiento. "Raquelita, te lo dije…; pero bueno, algún día, cuando seas madre, te acordarás de mis palabras y no seré para ti eso, lo que soy ahora, tan sólo una vieja que refunfuñea consejos".
Y cuánta razón llevaba nuevamente… Sí, SOY MADRE. Y lo escribo en letras mayúsculas. Y ahora soy yo la que refunfuñea consejos y digo lo de "coge un abrigo, para evitar resfriados, porque "cuando marzo mayea, mayo marcea".
Ahora soy yo la que tiene que dar ejemplo, de ahí mi atuendo de hoy, cazadora muy presente, que no sayo. Y ahora soy yo también la que confía en que, en un futuro no muy lejano, mi hija se acuerde de mí tanto como yo lo hago de mi madre, de mi abuela y de sus sabias expresiones.
Y si "en  el mes de febrero canta el jilguero, en el de mayo canta el canario". Y ahora en pleno junio, pues también. Por qué no.  Por lo que aquí estoy yo, una canaria con un look muy propio, como decía, de una estación "pasada por agua". Eso sí, respetando siempre la tendencia gipsy de esta primavera-verano.
Son muchas las personas que llegan a confundir el estilo gipsy con el hippie o el boho chic. Aunque, cabe decir, cuenta con unas diferencias bien marcadas que, en seguida, nos harán percatarnos que estamos ante un estilo caracterizado por mezclar diferentes tendencias como la boho, la hippie, 70s, detalles eclécticos, estilo étnico y prendas actuales.

Hoy les presento un vestido total look muy gipsy (hombros fuera, inclusive), que he combinado con complementos ya no sólo de dicha tendencia (pulseras, plumas, gafas vintage), sino, arriesgando en extremo, con zapatos y bolso de tachuelas, quizá en mi línea de sobrecargar o, porqué no, en busca de sacar por última vez del armario esos zapatos que tanto me fascinaron en su momento.
Todo muy Zara, de la cabeza a los pies, desde el vestido, pasando por la cazadora y terminando por los accesorios como zapatos, bolso y pulseras. La excepción (soy de las que considero que con la vista no se juega), estas gafas Chloe de las que ya les he hablado en alguna que otra ocasión.
Ahí lo dejo… Este verano toca sacar detalles atrevidos, étnicos, recargados, pompones, crochet, puntillas, monedas imitación oro, bordados coloristas, plumas, collares con piedras grandes en plata u oro viejo, pulseras mil, pañuelos anudados a la cabeza, pamelas y turbantes… Todo lo que tengamos y más. ¡El minimalismo ha dejado de existir! Y la esperanza puesta ahora en el mes de junio…