Al abordar
la apasionante tarea de dirigirme nuevamente a mis lectores, me dije porqué no
enseñaros unas fotos que guardaba almacenadas en mi teléfono de una de mis
últimas visitas al lugar del que provengo, La Palma. De esta manera, no sólo
podría mostraros el traje dos piezas recién adquirido en Zara, sino, a su vez,
volver a compartir con ustedes imágenes de otro de los rincones de mi islita.
Me asaltan ahora recuerdos de cómo mi padre, hombre al que no sólo quiero sino admiro infinitamente, en más de una ocasión me relataba vivencias de sus niñez; más que vivencias, penurias… Entre ellas, penurias basadas en el sacrificio, el trabajo arduo para lograr llevar un poco de pan a la boca y saciar el hambre en una Canarias muy diferente a la que hoy se nos presenta como lugar turístico por excelencia. Una Canarias incipiente y en la que, para poder desplazarse de un lugar a otro con la finalidad de dar con víveres, no cabía otra que hacer uso de caminos reales, veredas… y caminar, arrastrarse sin más ayuda que los pies o, en el caso de los más afortunados, de bestias…
De ahí mi curiosidad por saber de estos caminos que hoy en día, paradójicamente, se anuncian como uno de los principales atractivos de la isla de La Palma para amantes del senderismo.
Para los no conocedores de las características de esta isla, hay que decir que está recorrida, de norte a sur y de este a oeste, por senderos o caminos reales. El porqué de los caminos… Simplemente, porque, como adelantaba, la población precisaba de un sistema de comunicación, caminos, senderos, veredas, para desplazarse. Y ya desde la Conquista, s. XV, se tiene conocimiento de la existencia de una primera red tradicional, por no nombrar que nuestros aborígenes contaban con técnicas de construcción para facilitar el acceso a lugares de culto o almacenaje de alimentos y pertenencias.
Es así como se comenzó la construcción de innumerables sendas y veredas que la población trazó en su abrupto relieve con fines agrícolas y ganaderos, pues en esto se basaba la economía de la época. A modo de mejora, surge el empedrado y la construcción de muros de piedra de consolidación de los mismos.
Hoy en día, la diferente tipología de las vías existentes, ya sean caminos reales, de herradura, secundarios, veredas, sendas no hace más que facilitarnos el acceso a todos y cada uno de los rincones de esta isla mágica y poder, con ello, disfrutar de su belleza y lo variado de su paisaje, geología, flora y fauna, manifestaciones culturales, etc.
A continuación, unas imágenes de uno de mis tantos paseos por estas sendas, en este caso, de Santa Cruz de La Palma. Aunque no muy bien acondicionado, me enamoró el rincón, por la multiplicidad de su colorido y por, simplemente, oler a hogar.
En cuanto a la vestimenta, se trata de un total look de temporada adquirido en Zara. La elección se basó teniendo en cuenta su color, azul primario, muy de las personas Invierno como es mi caso; el corte favorable para mujeres con morfología reloj arena (líneas muy marcadas como es en el caso de hombreras, cintura y caderas); la originalidad de su diseño, a la par clásico como juvenil y la posibilidad de poder completarlo con mis botas de temporada de Nando Muzi. El resto, simplemente surgió: calcetines Calzedonia, blusa anudada el cuello Benetton, lentes vintage y, cómo no, este fantástico bolso Michael Kors que ya os he presentado en más de una ocasión.
¿Os habéis percatado ya de la multiplicidad de colores pastel del lugar? Hasta pronto…
Cuando
viajo, me suelo caracterizar por ser una persona que guarda mucho interés por
la historia, la razón de ser del sitio al que me desplazo y su gente. Se trata
de comprender el porqué de lo que tenemos ante nuestros ojos. En consecuencia,
para mí, Canarias, no es sólo sol, playa y fiestas. Canarias es mucho más: es
cultura, tradición e historia, sobre todo historia. Y soy muy consciente, cada
vez que cuento con el lujo de poder viajar a mi lugar de origen, de que,
comprendiendo su historia, puedo llegar con ello a comprender mejor a su gente
también, el carácter de su gente y, en definitiva, de mi propia familia.
Me asaltan ahora recuerdos de cómo mi padre, hombre al que no sólo quiero sino admiro infinitamente, en más de una ocasión me relataba vivencias de sus niñez; más que vivencias, penurias… Entre ellas, penurias basadas en el sacrificio, el trabajo arduo para lograr llevar un poco de pan a la boca y saciar el hambre en una Canarias muy diferente a la que hoy se nos presenta como lugar turístico por excelencia. Una Canarias incipiente y en la que, para poder desplazarse de un lugar a otro con la finalidad de dar con víveres, no cabía otra que hacer uso de caminos reales, veredas… y caminar, arrastrarse sin más ayuda que los pies o, en el caso de los más afortunados, de bestias…
De ahí mi curiosidad por saber de estos caminos que hoy en día, paradójicamente, se anuncian como uno de los principales atractivos de la isla de La Palma para amantes del senderismo.
Para los no conocedores de las características de esta isla, hay que decir que está recorrida, de norte a sur y de este a oeste, por senderos o caminos reales. El porqué de los caminos… Simplemente, porque, como adelantaba, la población precisaba de un sistema de comunicación, caminos, senderos, veredas, para desplazarse. Y ya desde la Conquista, s. XV, se tiene conocimiento de la existencia de una primera red tradicional, por no nombrar que nuestros aborígenes contaban con técnicas de construcción para facilitar el acceso a lugares de culto o almacenaje de alimentos y pertenencias.
Es así como se comenzó la construcción de innumerables sendas y veredas que la población trazó en su abrupto relieve con fines agrícolas y ganaderos, pues en esto se basaba la economía de la época. A modo de mejora, surge el empedrado y la construcción de muros de piedra de consolidación de los mismos.
Hoy en día, la diferente tipología de las vías existentes, ya sean caminos reales, de herradura, secundarios, veredas, sendas no hace más que facilitarnos el acceso a todos y cada uno de los rincones de esta isla mágica y poder, con ello, disfrutar de su belleza y lo variado de su paisaje, geología, flora y fauna, manifestaciones culturales, etc.
A continuación, unas imágenes de uno de mis tantos paseos por estas sendas, en este caso, de Santa Cruz de La Palma. Aunque no muy bien acondicionado, me enamoró el rincón, por la multiplicidad de su colorido y por, simplemente, oler a hogar.
En cuanto a la vestimenta, se trata de un total look de temporada adquirido en Zara. La elección se basó teniendo en cuenta su color, azul primario, muy de las personas Invierno como es mi caso; el corte favorable para mujeres con morfología reloj arena (líneas muy marcadas como es en el caso de hombreras, cintura y caderas); la originalidad de su diseño, a la par clásico como juvenil y la posibilidad de poder completarlo con mis botas de temporada de Nando Muzi. El resto, simplemente surgió: calcetines Calzedonia, blusa anudada el cuello Benetton, lentes vintage y, cómo no, este fantástico bolso Michael Kors que ya os he presentado en más de una ocasión.
¿Os habéis percatado ya de la multiplicidad de colores pastel del lugar? Hasta pronto…
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